Por Alejandro Chacón
Wendy / EEUU / 112 min.
Director: Benh Zeitlin
Reparto: Devin France, Jashua Mack, Gage/Gavin Naquin, Shay Walker…
VALORACIÓN: 6/10
“Te contaré la historia de niños que vuelan lejos, muy lejos…”. Es la frase con la que se inicia el particular periplo de Wendy y los Niños Perdidos revisitado por Benh Zeitlin.
Al igual que hiciera, allá por 2012, en su glorioso debut con Bestias del sur salvaje, el realizador estadounidense quiere hablarnos de niños abocados a (des)vivir una infancia que les corresponde, que es necesaria. Niños inmersos en un mundo de adultos inmaduros y beligerantes.
Bajo la espabilada mirada de Wendy (y desde los ojos de una inmensa Devin France) asistimos a esta nueva versión de fuga y rebeldía, de cómo un grupo de chavales deciden engancharse a ese tren de la niñez eterna que rara vez hace parada en la estación del devenir y la cotidianidad mundana.
Parece querer declamar Zeitlin a Terrence Malick en no pocas ocasiones (pero sin las ínfulas cósmicas y religiosas) aunque, en realidad vuelve a sus filias formales y narrativas: esa Madre Naturaleza que se muestra más libre que nunca, extrovertida y juguetona, desatando su primitiva esencia original entre volcanes, explosivos géiseres y embravecidos océanos. El espectáculo visual, una vez más, resulta abrumador.
Pero no es casualidad que el nuevo Peter Pan (Yashua Mack) sea un niño negro, algo inaudito en la mitología del relato y sus anteriores versiones: el niño perdido tiene, en esta ocasión, más sombras que luces… Es un Peter Pan más turbio y opaco que, por extensión, ha mimetizado su isla de juegos en un lugar mucho más desalentador.
Efectivamente, en la Neverland de Zeitlin hay reglas, también límites territoriales y, lo que resulta más sobrecogedor, es que hay conciencia.
Y todos estos matices inesperados hacen mella en el espectador y el visionado de la película: tras una primera mitad grandilocuente e hipnótica, llega una segunda parte antipática y no demasiado fluida. El ritmo se resiente y acaba estableciéndose el tedio y el desapego a lo que nos están contando.
A fin de cuentas, este Nunca Jamás no es el de siempre, tiene fecha de caducidad y, entre otras cosas, se guarda una triste moraleja: ser niño es un acto de supervivencia.
VALORACIÓN: 6/10
Fabuloso comentario. Es una crítica expresada desde un nivel más profundo de lo que es habitual. Tengo mucha curiosidad por comparar este Nunca Jamás con el de las sirenas y Piratas de Disney.
Excelente apreciación y guia para un cinéfilo desprevenido. Estas letras de Chacón inspiran ver la película como una nueva visión del clásico, que ha tenido varias versiones, además de los dibujos Disney. Muy ágil y revelador el estilo de Chacón, que sabe de cine y así lo expresan sus letras. Se ve que ha tenido buenos maestros. Espero más críticas como esta.